Emisiones del transporte marítimo: hay mucho en juego

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Había mucho en juego en las conversaciones de la Organización Marítima Internacional (OMI) celebradas en Londres la semana después de Semana Santa. El transporte marítimo mundial emite más CO2 que Alemania, por ejemplo, y la OMI debatía propuestas para limitar y reducir las emisiones de los buques. En los últimos años, su cuota de emisiones mundiales de CO2 se ha situado en torno al 2-3%.

 

El transporte marítimo quedó excluido del Acuerdo de París sobre el Clima de 2015 porque, al tratarse de un sector transfronterizo mundial, es casi imposible desglosar las contribuciones de cada país. El principal motor del crecimiento de las emisiones del transporte marítimo mundial es el aumento del comercio internacional, que, según las previsiones, casi se duplicará de aquí a 2035 y seguirá creciendo en torno al 3 % anual hasta 2050.

 

La propuesta más ambiciosa que se ha presentado en la OMI es la de cero emisiones del transporte marítimo para 2035. Fue presentada por las Islas Marshall, que no solo albergan el segundo mayor registro marítimo del mundo, sino que también están peligrosamente expuestas a la subida del nivel del mar. Las Islas Marshall han recibido el apoyo de los países europeos, que también están presionando para que se establezcan objetivos vinculantes para que el sector del transporte marítimo esté en consonancia con los objetivos del Acuerdo sobre el Clima de París.

 

Algunos de los principales actores del sector, entre ellos el gigante brasileño exportador de mineral de hierro Vale, consiguieron que la OMI llegara a un acuerdo preliminar, aunque débil, para reducir las emisiones a la mitad de aquí a 2050. Lo que está en juego es muy importante, pero las principales partes interesadas tienen intereses opuestos: por un lado, los grandes países exportadores de materias primas como Brasil y Arabia Saudí; por otro, los Estados insulares vulnerables al clima. En última instancia, el único camino hacia un futuro con bajas emisiones de carbono y, en última instancia, sin emisiones, será la adopción de nuevas tecnologías de combustible.